lunes, 5 de julio de 2010

SOLIDARIDAD OBRERA LIBERTARIA


Hoy es 4 de julio, y aunque algunos o muchos ciudadanos estadounidenses crean que tienen algo o mucho que celebrar, en Andalucía no somos pocos/as quienes deberíamos conmemorar como se merece el 125 aniversario del natalicio de un gran hombre andaluz, que vivió y murió por el pueblo del Sur de España, sobre todo por sus sufridos y explotados trabajadores, en gran medida obreros del campo, de la tierra. Está próximo el día de Blas Infante. Canal Sur se centra en la cuna del insigne varón. Se hace eco de las declaraciones de algunos parlamentarios andaluces. Todos parecen reivindicar los valores e ideales del Padre de la Patria Andaluza. Todos son hipócritas en mayor o menor medida. Quieren proyectar el pensamiento infantiano al resto del Estado español. Hablan de algo más que de autonomismo. Ahora esta clase política se las da de andalucista hasta la médula. Pero ni la Presidenta del Parlamento, ni algunos cínicos(unos más que otros, quiero decir; pues todos lo son)del Partido Popular son dignos de nombrar la trayectoria de quien tan injustamente pereció a manos de las fuerzas más reaccionarias de la sociedad de una época. La guerra del fascismo contra el pueblo hizo correr la sangre del hijo predilecto de Andalucía. Pero repasemos brevemente su biografía. Blas Infante Pérez de Vargas nació el 5 de julio de 1885 en el municipio malagueño de Casares. Se crió en una villa de jornalero y conoció de primera mano la injusticia social en su tierra. A partir de los 15 años empieza a trabajar de auxiliar en el juzgado de su pueblo. Hasta el año 1904 no reanuda sus estudios; sus padres se empobrecen por el deseo de que sus hijos se instruyan, y Blas Infante sigue estudiando en Granada, donde cursa Derecho y algo de Filosofía. En la ciudad de la Alhambra tomará contacto con la "Cultura de Al-Andalus". Es notario con 24 años, pero continúa profundizando en la cultura andaluza. En Ronda, en 1913, se introduce en el conocimiento de uno de los grandes problemas de Andalucía: la tierra. Blas Infante irá radicalizando su postura pasando del regionalismo al nacionalismo de la Asamblea de Córdoba, y llegará a pedir la independencia de la tierra andaluza. Infante empieza a simpatizar con el ideario anarquista. Tras casarse se traslada a Sevilla, donde funda la Editorial y Biblioteca AVANTE, en la que publicará alguna de sus obras, pero a causa de la dictadura de Primo de Rivera, las actividades andalucistas quedan suspendidas. En 1923 se traslada a la costa onubense y en ese tiempo viaja a Marruecos para visitar la tumba de Al-Motamid, el último rey de Sevilla. Cuando la Dictadura finaliza, se traslada otra vez a Sevilla y trabaja en Coria del Río. En la Segunda República , constituye las Juntas Liberalistas de Andalucía. En 1934 es constituida una Junta de Acción Andalucista de la que saldrá una comisión para difundir el borrador aprobado en la Asamblea de Córdoba. En el año 36 la campaña andalucista a favor del autogobierno se ve intensificada y Blas Infante es propuesto para la Presidencia de la Asamblea. Cuando estalla la llamada Guerra Civil, don Blas permanece en su casa de Coria donde es detenido y posteriormente conducido a un cuartelillo de la Falange. Allí se quedará dos días hasta que lo trasladan a una prisión improvisada. Cuentan que la esposa, desesperada y de rodillas, imploró a un tío de ella para que el señor Infante fuera liberado y no ejecutado. Mas todo fue inútil. La noche del 10 de agosto de 1936 es fusilado en la carretera de Carmona alguien que jamás empleó la violencia política. Se ha comentado que Esperanza Oña, la Alcaldesa de Fuengirola y Portavoz del Grupo Popular en el Parlamento autonómico andaluz comparó a Blas Infante con sus verdugos falangistas. Ella lo ha desmentido, pero los del PSOE han insistido en la desfachatez que esta señora ha demostrado. En cualquier caso, estoy absolutamente convencido de que el hombre al que hoy rendimos homenaje se echaría las manos a la cabeza si tuviera ante sus ojos a los que supuestamente representan y gobiernan al pueblo andaluz de este tiempo. La dignidad de esta tierra y esta gente están bajo mínimos por las constantes amenazas a nuestra identidad por parte de los que, en realidad, son más virreyes del Estado central que genuinos adalides y abanderados de una causa como el nacionalismo de nuestro Sur, en su vertiente federalista o incluso independentista. Andalucía presenta rasgos coloniales y de subordinación a intereses que perjudican a sus masas en beneficio de la oligarquía dominante, que no es sólo terrateniente. La hija de Blas Infante ha hecho un llamamiento a las instituciones de Andalucía para que se haga justicia a la categoría humana de su padre y para que sea conocido más allá de nuestras lindes. Me temo que la consciencia colectiva andaluza no alcanza a ver la importancia de las aportaciones blasinfantianas a la lucha por la afirmación nacional de lo que hoy es solamente una región autónoma, en un Estado que, territorialmente, es un rudimentario remedo del modelo italiano establecido por la Constitución vigente en ese país. Va siendo hora ya de que los andaluces y las andaluzas exijamos un nuevo orden constitucional que vaya abriendo puertas paulatinamente a la consolidación del soberanismo y su materialización. El nombre de Blas Infante no debería ser tomado en vano. No minimicemos la relevancia de este tema. Se empieza por Marinaleda y se acaba en lo que podamos alcanzar con el esfuerzo coordinado de las mayorías. Ningún medio de comunicación tradicional puede motivar nuestro conocimiento cada vez más hondo de las ideas y las palabras de quien en 1933 compuso la letra del Himno de Andalucía. ¡Andaluces/zas, levantémonos!

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